Mi Traficante de Drogas

Una vez me escabullí de un evento familiar importante para ir a ver a mi traficante. El camello no me traía ninguna sustancia ilegal. La droga era el propio traficante. Se traía a sí mismo, y si no conseguía una dosis de él pronto, me iba a hacer una pelota con el síndrome de abstinencia como una drogadicta, que es lo que era, pero no con la heroína. Así que salí corriendo por la parte de atrás y él pasó por allí en su coche cutre -probablemente se estaba escapando de una cita con otra mujer, porque no es que estuviera vendiendo drogas de calidad ni nada por el estilo- y me besó y me dijo que estaba preciosa y se marchó y yo… pude respirar. Ya tenía mi dosis. Iba a estar bien… por un día, tal vez, o dos días. Luego, si no sabía de él, volvía a caer en la abstinencia. Cualquiera que te diga que la adicción al amor no es realmente una adicción, no como la adicción a las drogas o al alcohol, nunca la ha tenido. Si eres un adicto al amor, sabes exactamente de lo que estoy hablando. Sabes que te dan náuseas cuando no sabes nada de tu obsesión en un par de días. Náuseas, dolor de cabeza, letargo… es como una gripe de baja intensidad, excepto que la gripe no te hace mirar el teléfono una docena de veces por hora. Cuando oyes esa voz, ves esa cara, tocas esa piel, la energía vuelve como burbujas de champán que corren por tus venas. Te ríes. Tu voz sube media octava. Estás colocada con la química de tu propio cuerpo -dopamina, oxitocina, serotonina, lo que sea que tenga tu proveedor- y te sientes fantástica. Hasta que empieza a desaparecer y necesitas otra dosis. Lo peor de todo es que he creado una tolerancia a la lujuria, el enamoramiento y la codependencia. Los sentimientos se desvanecen. El subidón no es lo suficientemente alto. Es como cuando la cocaína deja de funcionar y dicen «¿quién ha parado esta mie#da?».

Pero con las personas nosotros decimos: «Has cambiado».

«No eres quien creía que eras».

«No me prestas suficiente atención».

«Deberíamos ver a otras personas».

Lo que realmente estamos diciendo es «Necesito un nuevo proveedor con una mejor conexión». Porque la próxima vez, será de las buenas. Puro, sin cortes, 100% romance. ¿Alguna vez te has quedado sin cocaína y has raspado el interior de una bolsita vacía o una pajita, esperando una línea más? ¿O has rebuscado en el botiquín, rezando por un analgésico que se te haya pasado por alto? El equivalente al adicto al amor es llamar a un viejo amor, ese viejo y fiable golpe de conexión sexual. O tal vez te arriesgues con ese nuevo camello del que te habló tu amigo, es decir, las aplicaciones de citas. Mientras tanto, de vuelta a la celebración familiar. No sé si se notó mi ausencia, o si se comentó mi grosería. Me sentía demasiado miserable cuando me fui como para pensar en otra cosa que no fuera mi propio dolor, y estaba demasiado colocada cuando volví para prestar mucha atención.

Porque como cualquier drogadicto, cuando eres adicto a la droga del amor, haces daño a las personas que más te importan, y no te das cuenta hasta mucho después. Tal vez todo se precipita a la vez y te llena de vergüenza, pero ya es demasiado tarde para hacer algo que lo compense, y lo único que puedes hacer es escribir un post de mierda en el blog y tal vez ayudar a otra persona a no hacer lo mismo. Así que, aquí está el secreto: el deseo inteso pasará, tanto si lo atiendes como si no. No importa si ansías esto o aquello o ella o él. No importa si estás consumiendo una bebida o una droga o un cigarrillo o un iPhone. El deseo pasará, tanto si lo atiendes como si no.

– Ethlie, Los Angeles

Artículo original de la revista oficial de SLAA F.W.S., Número 192, Página 14 (+)

X