EL APADRINAMIENTO. UNA SALIDA DEL AISLAMIENTO
El apadrinamiento figura como una de las herramientas más importantes para la recuperación, conjuntamente con la asistencia a las reuniones y los Doce Pasos. El padrino/madrina es una herramienta muy útil que nos permite ver con claridad en que consiste la adicción. Nos proporciona apoyo y orientación para que podamos enfrentar nuestros patrones de conductas adictivas y gracias a él conocemos nuevos modos de vivir en recuperación. A medida que aumenta nuestra sobriedad, la relación padrino/madrina-ahijado/a se presenta como una alternativa ante la preocupación por nosotros mismos y que es una de las consecuencias de nuestra adicción. Puede ser que sea breve o que lleve varios años. Sean cuales fueran las dudas que usted tenga, podemos asegurarle que usted no está solo. Otros han recorrido también este mismo camino. Gracias a la relación con nuestros padrinos, nuestras respectivas caminatas produjeron grandes y buenos frutos.
¿QUÉ ES UN PADRINO/MADRINA?
Un padrino/madrina es una persona que nos ayuda y nos orienta personalmente a aplicar el programa de recuperación de SLAA en nuestra vida. El padrino/madrina no es un padre o una madre, ni un psicólogo/a, tampoco un confesor/a. En consecuencia, un padrino/madrina es una persona con la cual no andamos con intenciones ocultas, alguien a quién no pagamos y del que no buscamos aprobación ni su juicio. Los padrinos NO SON PERSONAS PERFECTAS CON PROGRAMAS PERFECTOS. Los padrinos y las madrinas son solo seres humanos y como tal, con muchas dudas y luchas, como los demás miembros. Ver las imperfecciones de nuestros padrinos nos ayuda a superar nuestro perfeccionismo.
EL COMIENZO DE UNA RELACIÓN PADRINO-AHIJADO
Raras veces la recuperación posee un lugar en concreto. Cuando incorporamos la experiencia de los demás en nuestras vidas, nuestra visión de la misma y de la recuperación se enriquece. Con nuestro padrino en SLAA, al pedirle afecto, apoyo y orientación, aprendemos a ser sinceros y a abrirnos. Su paciencia y su comprensión hacen que desaparezcan paulatinamente el temor al sentimiento de vergüenza y de que nos condenen. Poco a poco, aprendemos a exponernos y abrirnos con nuestro padrino. Este aumento de confianza hace que sea posible que nos beneficiemos de la ayuda de otro ser humano. La aceptación y la atención que recibimos, la vamos asimilando en nuestro interior, lo que va a favorecer nuestra sanación. Con su ayuda comenzamos a enfrentar nuestros problemas más comunes. Nuestro padrino nos ayuda, orientándose por las difíciles travesías por las cuales pasamos como resultado de la interrupción de nuestros patrones de conductas adictivas. Comenzamos a explorar opciones que casi nunca nos habían ocurrido. Nuestro padrino nos transmite su propia experiencia y sentimientos por haber vivido situaciones semejantes a las nuestras, y teniendo un especial cuidado en NO darnos consejos. Al escucharnos, el padrino nos ayuda sin tratar de curarnos, intentando comprendernos sin juzgarnos.
CÓMO ESCOGER UN PADRINO?
El padrino o madrina ideal posee una firme abstinencia con respecto a sus conductas adictivas y está dispuesto a orientar al ahijado(a) en la práctica de los Doce Pasos. Tenemos que buscar a alguien que haya conseguido por medio de la práctica de los Doce Pasos, una sobriedad, libertad, alegría y que entienda en qué consiste el proceso de la recuperación. Posiblemente sus cualidades sean maneras que complementen nuestra fase actual de crecimiento espiritual. El tiempo que nuestro padrino o madrina en potencia tenga de programa, sean meses o años, es solamente una de las muchas características que tenemos que tener en cuenta a la hora de hacer la elección. Podemos asistir a diferentes reuniones para identificar a una serie de personas dignas de nuestro respeto y confianza.
El padrino o madrina debe ser una persona con la cual no exista ningún tipo de peligro de «relación adictiva», o con quién exista la posibilidad de seducción. Una relación sexual en potencia, dificultará el propósito primordial de la relación de apadrinamiento, que es la recuperación a través de la práctica del programa de SLAA. A veces esto exige que el padrino o madrina y el ahijado(a) sean del mismo sexo; otras veces que sean del sexo opuesto. La prudencia, el buen sentido y el Poder Superior, pueden ayudarnos en el proceso de selección.
FRASES DE COMPAÑEROS DE SLAA SOBRE LA EXPERIENCIA DEL APADRINAMIENTO
- Debido al hecho de ser aceptado por mi padrino, independientemente de la situación en que me encuentro o de que estoy aprendiendo a aceptarme y ser aceptado, de la manera que soy, no me preocupo con lo que las personas piensen sobre mí.
- Recurro a mi padrino cuando me ocurre algo positivo y no solamente en los momentos de crisis.
- No quiero que mi padrino cambie. No espero que me solucione nada. Espero que alguien me escuche, que me entienda y que no me juzgue. Que solamente me escuche y me entienda, abriendo de este modo, nuevas posibilidades, para que encuentre mis propias respuestas y opciones. Al no tener que justificar lo que creo y siento, puedo por tanto, dedicarme a hacer cosas más positivas, tales como solucionar mis problemas. Me doy cuenta de que es aceptable sentir lo que siento. Su cariño y su comprensión hace que me sienta bien, independientemente de la fase en que me encuentre en mi recuperación de la adicción al sexo y al amor.
- Al inicio de nuestra enfermedad, hemos tratado de «parecer buenos» para alguien. En la recuperación, conjuntamente con nuestro padrino, pasamos a ver que no es asunto nuestro, el que irán a pensar respecto a nosotros.
- A veces doy una sugerencia a mi ahijado, pero, si hace lo que dije, trato de alejarme cuanto antes del resultado. El apadrinamiento no fue hecho para controlar las actitudes de otras personas.
- Mis ahijados tienen que contribuir poniendo «Buena Voluntad», en caso contrario me convierto en una caja de resonancia para innumerables infortunios y análisis, y mis comentarios caen por tierra.
- Tengo la necesidad de alguien a quién pueda mostrar mi inanidad, tras haber pasado la vida cuidando de otras personas, tener un padrino me libera de la necesidad de tener que ser siempre una persona fuerte.
- Un padrino es alguien con quien puedo considerarme igual.
- La diferencia entre controlar a alguien y decirle las verdades es muy distinta.
- Confianza; ¿confío en mí lo suficiente para poder confiar en usted?
- Dios se ocupa de que mi ahijado escuche lo que digo. A veces, la adicción transforma al que me escucha.
- Ayudar a los novatos me ayuda a reforzar mi recuperación.
- Recomiendo a mis ahijados que carguen siempre una lista de teléfonos de otros cinco compañeros, para que puedan mantener contacto en caso de no encontrarme.
- Con mucha frecuencia mi ahijado y yo nos enfrentamos a problemas similares y digo justamente lo que «yo mismo necesito escuchar».
- El dolor que mis ahijados sufren es una llamada a la humildad, veo lo lejos que estaban caminando de la mano de Dios.
- Demoré meses para escoger un padrino, porque creía que «YO» no valía nada.
- Si doy mi teléfono a uno de mis ahijados para saber cómo está él, mi co-dependencia aumenta.
- Las cosas deben estar muy claras: lo que debo aceptar y lo que no debo aceptar.
- Resulta más fácil aceptar la ayuda de un padrino, cuando compruebo la felicidad de apadrinar a alguien.
- No apadrino a alguien con quien quiera relacionarme, casarme o «salvar».
- Mi Poder Superior habla a través de mi padrino, pero mi padrino no es mi Poder Superior.
- La generosidad a la hora de apadrinar a alguien, tiene su recompensa en nuestra propia recuperación. Recogemos mucho más de lo que sembramos.