De la Crisis a la Superación

«¿Sientes que el Poder Superior destrozó tu vida para volver a construirla con unos cimientos más fuertes? Por favor, comparte tu experiencia, fuerza y esperanza». 

Cuando crucé por primera vez por las puertas de S.L.A.A., no estaba tocando fondo. En realidad, había tocado fondo dos años antes y, afortunadamente, por la gracia de mi Poder Superior, había sobrevivido de alguna manera y me había recuperado en otro programa de 12 pasos. Todavía no conocía la adicción al sexo y al amor, pero estaba muy claro que tenía algunos problemas en este tema, y estaba decidida a cambiar mi forma de actuar – iba a gestionar y controlar mi comportamiento por mí misma. A menudo comparo esta época de mi vida con la de un «borracho seco» con respecto a mi adicción al sexo y al amor. Pensaba que estaba recuperando mi vida. Estaba decidida a cambiar mis costumbres. Había encontrado un trabajo semiestable, lo que creía que era una relación sana, e incluso había hecho algunos amigos. 

Como mi antiguo patrón consistía en entrar en relaciones extremadamente tóxicas, enredadas y aisladas, había decidido que la cura sería involucrarme con alguien que no pudiera engancharse a mí, lo que resultó ser simplemente alguien que fuera completamente evasivo e inaccesible. Obviamente, esto no curó mi adicción al sexo y al amor. Había estado tan acostumbrada a convertirme en el mundo de mi pareja, y me había vuelto desesperadamente adicta a esa atención y validación, que esta relación (en la que no estaba recibiendo eso) me estaba volviendo loca. Era un tipo de locura diferente a mi patrón habitual, pero seguía siendo una locura igualmente. 

Por suerte, al final encontré el camino a una reunión de S.L.A.A. Me identifiqué inmediatamente con todo lo que escuché. No podía creer que no sólo existiera un nombre para esto -esta condición que había estado sufriendo durante toda mi vida- sino que hubiera un lugar al que ir, que hubiera un tratamiento real para esto y que hubiera una sala entera llena de personas que se sentían igual que yo. Sentí que por fin había encontrado mi hogar. 

A pesar del alivio que sentí al encontrar este programa, decir que no ha sido fácil sería el mayor eufemismo de mi vida. A menudo he compartido que las cosas empeoraron mucho para mí, antes de que empezaran a mejorar. Para empezar, perdí a todos mis «amigos». Por supuesto, pongo la palabra «amigos» entre comillas porque, una vez que empecé con S.L.A.A., me di cuenta de repente de que todos mis «amigos» eran personas con las que me había acostado o personas que querían acostarse conmigo. Fue una verdad difícil de afrontar ya que en realidad no tenía ninguna amistad verdadera y auténtica. Luego, después de unos dos meses de ir a las reuniones, mi relación con el chico evasivo también terminó. Entonces, por primera vez en mi vida, me encontré total y completamente sola. Incluso había abandonado las intrigas románticas en mi trabajo. No quedaba nadie con quien coquetear, a quien llamar la atención o de quien obtener validación.

Fue la época más oscura de mi vida, la que conocemos en este programa como «abstinencia». Por fin estaba a solas conmigo misma, algo de lo que había estado huyendo toda mi vida. Tuve que enfrentarme a mi soledad, a mi vacío, a mi vergüenza, a mi profundo autodesprecio. Era como mirar al abismo. Recuerdo que estaba tumbada en el suelo de mi apartamento, hecha un ovillo, sollozando de forma tan incontrolada que, literalmente, me hacía vomitar. 

Afortunadamente, conseguí encontrar una madrina durante este tiempo. Me dijo que esto era lo peor que iba a pasar y que iba a mejorar. Sinceramente, no la creí. No tenía esperanza y me sentía rota. Pero también escuché a otras personas hablar en las reuniones sobre el dolor de su abstinencia y sobre cómo se tumbaban en el suelo a llorar hechos un ovillo. Y decían que también mejoraría. Tampoco estaba segura de si podía creerles, pero quería hacerlo. Tenía la esperanza de que esto funcionara, porque no veía ninguna otra posibilidad para mí. 

Sinceramente, no sé de dónde saqué la fe para seguir adelante. Todavía no creía en todo eso del Poder Superior, pero algo que no podía explicar me daba fuerzas para seguir adelante, un día tras otro. Algunos días, literalmente lloraba durante toda la reunión, tanto que ni siquiera podía decir mi nombre cuando me tocaba presentarme. Pero seguí viniendo. 

Empecé a hacer el trabajo de los Pasos con mi madrina, a compartir con compañeras y a prestar servicio en mis reuniones. Aún así, durante mucho tiempo, sentí que veía que todos a mi alrededor empezaban a mejorar, mientras yo seguía luchando. Me preguntaba si alguna vez funcionaría para mí. 

A lo mejor no estaba bien. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que ya había empezado a funcionar. Lenta y gradualmente, y sin que me diera cuenta, estaba empezando a cambiar. Mientras estaba ocupada haciendo el trabajo (y quejándome de que no funcionaba), mi Poder Superior estaba haciendo tranquilamente por mí lo que yo no podía hacer por mí misma. Seguí sufriendo durante mi sobriedad en el primer año de mi recuperación, pero a lo largo de ese tiempo, incluso durante mis muchos deslices dolorosos, sin saberlo, estaba creciendo, estaba sanando y estaba aprendiendo a conocerme y a apreciarme.

Mi madrina me estaba enseñando lo que era el amor incondicional. Mis relaciones con ella y con mis compañeros me enseñaban lo que era una intimidad sana. Y mi conexión cada vez más grande con un poder superior me estaba enseñando cómo amarme y cuidarme. 

Con el tiempo, empecé a darme cuenta de que mi vida estaba cambiando, de que yo estaba cambiando. A veces, no podía verlo hasta después de que sucediera. Me encontraba de camino a casa después de una fiesta (o de cualquier otra situación provocadora que hubiera supuesto una tortura absoluta durante los primeros días de mi recuperación) y de repente me daba cuenta de lo diferente que me había comportado, de la cantidad de miedo e inseguridad que había traído conmigo y de lo fácil que había sido estar presente; que ni siquiera pensaba en ello. De alguna manera me había convertido en alguien que se sentía realmente cómoda en su propia piel. 

Mi vida es tan diferente hoy de lo que era cuando empecé mi recuperación que es prácticamente irreconocible. Estoy sana y sobria, con una vida grande y plena que me encanta. De hecho, me he acostumbrado tanto a mi nueva vida que incluso a veces puedo olvidar cómo era antes y el dolor que me costó llegar hasta aquí. Siempre agradezco la oportunidad de reflexionar sobre mi historia y recordar cómo era y por lo que pasé para conseguir la vida que tengo hoy. No quiero dar nunca por sentada esta vida. Sí, pasé por un infierno para llegar hasta aquí, pero valió tanto la pena que no lo haría de otra manera. 

— Anónimo

Artículo original de la revista oficial de SLAA F.W.S., Número 192, Página 18 (+)

X